Mundo Padres

martes, 27 de agosto de 2013

¿Uso o abuso de estar conectados a dispositivos electrónicos?


En el mundo globalizado actual, es habitual ver conectados, a los niños y adolescentes, a toda clase de dispositivos: PC, PS3, Ipad, teléfono celular, Smartphone, Tablet, mp4. Si bien el uso que se les dà, permite satisfacer múltiples necesidades, es prioritario señalar simples recomendaciones para detectar posibles hábitos nocivos, prevenir conductas adictivas y  evaluar estados emocionales ocultos:

Verificar y evaluar el tiempo de conexión
Comprueba el tiempo que tu hijo está conectado y qué uso le da a estas horas: jugando en red con amigos, comunicados a las redes sociales, haciendo descargar de música, videos o películas, simplemente navegando por Internet para informarse o para matar el tiempo y apaciguar su aburrimiento.

Observar sus estados emocionales
Advierte  si posee cambios bruscos de humor,  reacciones agresivas cuando se lo insta a dejar de conectarse, euforia solo cuando se está conectado, apatía ante actividades al aire libre u otra tarea lúdica, intolerancia extrema, ansiedad generalizada, u otros síntomas concomitantes como por ej. depresión o fobia social.

Hábitos  nocivos
Identifica actitudes poco convencionales: descuido de su aspecto personal, abandono o disminución del rendimiento escolar, dificultad para relacionarse con los demás, desordenes alimentarios, trastornos del sueño, tendencia a enfermedades físicas.


En el caso que compruebes que el niño o adolescente pase muchas horas conectado, posea actitudes o hábitos poco saludables o sientas que pierdes el control de la situación, sugiero:

 Estrategias de Intervención

1.      Fortalecer la comunicación familiar. Es importante tomarse el tiempo para escucharlo. Saber  qué siente y qué le pasa para ayudarlo a superar dificultades. Acompañar desde el afecto y la contención en las distintas etapas de crecimiento. 

2.      Limitar tiempo de conexión. Pactar con tu hijo el momento y la duración en los que estará utilizando alguno de estos elementos tecnológicos.

3.      Romper con los hábitos de conexión, propiciando generar nuevos intereses, facilitando actividades creativas o deportivas, ideando actividades para realizar en familia.

4.      Guiarlo en fijar metas a corto plazo. Plantear de común acuerdo objetivos pequeños y significativos para ser cumplidos en un tiempo potencial. De este modo se incentiva el esfuerzo, la responsabilidad y se potencia el autocontrol.

5.      Pedir Ayuda.  Si los intentos de solucionar el problema no fueron suficientes es conveniente recurrir a un especialista.  Es factible que  un hijo haga síntoma de los problemas familiares en los que está inserto: Poder oír su verdad, ayuda a los padres a reconocer, aceptar y desligar a los hijos de estos temas que los tiene cautivos y responsabilizarse en generar el cambio.




sábado, 9 de febrero de 2013

CARTA DE UN HIJO A SUS PADRES SEPARADOS

No traten de disipar mi dolor con grandes regalos y diversiones. Me duele el corazón y éste no sana con risas sino con caricias. Todo lo que necesito es la garantía de que, aunque estén separados, ninguno de los dos me abandonará

Díganme con palabras y actitudes que puedo seguir amándolos a los dos y ayúdenme a mantener una relación estrecha con ambos. Después de todo, fueron ustedes quienes se escogieron mutuamente como mis padres.

No me pongan de testigo, de árbitro ni de mensajero en sus peleas y conflictos. Me siento utilizado y responsabilizado por arreglar un problema que no es mío. Tengan en cuenta que todo lo que hagan para perjudicarse mutuamente, quiéranlo o no, en primer lugar me lastimará personalmente a mí.

No se critiquen ni se menosprecien delante de mí, así todo lo que digan sea la verdad. Entiendan que por malos que hayan sido como esposos, son mis padres y por lo tanto yo necesito verlos a ambos como lo máximo.

No peleen a ver cuál se queda conmigo, porque no soy de ninguno, pero los necesito a los dos. Recuerden que estar conmigo es un derecho, no un privilegio que tienen ambos y que tengo yo.

No me pongan en situaciones en que tenga que escoger con quién irme, ni de que lado estoy. Para mi es una tortura porque siento que si elijo a uno le estoy faltando al otro, y yo los quiero y los necesito a los dos.

Díganme que no tengo la culpa de su separación, que ha sido su decisión y que yo nada tengo que ver. Aunque para ustedes esto sea obvio, yo me culpo porque necesito conservar su imagen intacta, y por lo tanto, el único que puede haber fallado debo ser yo.

Entiendan que cuando llego furioso después de estar con mi padre/madre, no es porque él/ella me envenene sino que estoy triste y tengo rabia con ambos porque ya no puedo vivir permanentemente con los dos.

Nunca me incumplan una cita o una visita que hayan prometido. No tienen idea de la ilusión con la que espero su llegada, ni el dolor tan grande que me causa ver nuevamente que han fallado.

Denme permiso de querer a la nueva pareja de mi padre/madre. Aunque en el fondo del alma me duele aceptarla, yo quiero ganármela para no perder al padre/madre que pienso que me dejó por ella.

No me pidan que sirva de espía ni que les cuente cómo vive o qué hago con mi otro padre. Me siento desleal para con él, y no quiero ser un soplón.

No me utilicen como instrumento de su venganza, contándome todo lo "malo" que fue mi padre/madre. Lo único que con seguridad lograrán es que me llene de resentimiento contra quien trata de deteriorarme una imagen que necesito mantener muy en alto.

Asegúrense que comprendo que aunque su relación matrimonial haya terminado, nuestra relación es diferente y siempre seguirá vigente. Recuerden que aunque la separación pueda constituir para ustedes una oportunidad para terminar con un matrimonio desdichado o para establecer una nueva relación, para mí constituye la pérdida de la única oportunidad que tengo para criarme al lado de las personas que más amo y necesito: mi papá y mi mamá.

Recuerden que lo mejor que pueden hacer por mí ahora que ya no se aman es respetarse mutuamente.

domingo, 5 de febrero de 2012

Cambios en tu hijo adolescente.


Tu hijo adolescente está cambiando. Y está cambiando a ojos vista. Lo miras cuando duerme y te asombras de que los pies le asomen una cuarta por el extremo más lejano de la cama. Los brazos se le enredan, como si no encontraran sitio, y la cabeza pende por la otra punta de su lecho como la de un pollo muerto. ¡Y es la misma cama que parecía enorme para él no hace tantos años, cuando con tu esposa decidieron cambiarlo de la cunita con barrotes porque saltaba afuera de ella como si fuese un mono! Tu hijo ya no tiene el rostro redondeado y rubicundo de cuando era un niño, sino que la cara ha adquirido rasgos angulosos y su color se torna, día a día, más verdoso. Incluso sus movimientos no tienen ahora la armonía de cuando pequeño, cuando todo, absolutamente todo lo que hacía era gracioso. Arrojaba un plato de sopa al piso y era encantador. Aplastaba con su pequeño piecito las mejores flores del jardín de tu casa y arrancaba risas. Retorcía con saña la piel sedosa del paciente perro y movía a elogios. Ahora está algo torpe, desmañado y le cuesta habituarse a sus nuevas medidas antropométricas, las que ha adquirido durante el desarrollo. Se golpea frecuentemente contra las puertas del aparador, empuja sin querer con los codos los vasos de la mesa y se da la frente con estruendo contra el dintel de la puerta del fondo. "¿Qué está ocurriendo con mi hijo?", te preguntas. ¿Qué fenómeno mutante le sucede, que se levanta una mañana y ha crecido cinco centímetros, sale de dos días con fiebre y se ha estirado ocho? Porque, incluso, seamos sinceros: huele mal. El sabandija huele a rayos. ¿Adónde quedó ese aroma a talco boratado, a jabón Lanoleche y a perfume suave que lo envolvía como una nube celestial cuando era muy niño y daba placer estrujarlo? Ahora emana un tufillo confuso a almizcle y a aguas servidas, a goma agria y a perro mojado. Cuando tú entras en su habitación respiras el aire denso del encierro, un pesado vaho a zoológico, a establo, a pesebre, a leonera, a mingitorio de baño público. Además, el sabandija se niega a bañarse. No te lo dice directamente, no te enfrenta mirándote a los ojos cuando se resiste a entrar a la bañera, no. Pero elude el momento, se olvida, finge no tener tiempo, aduce que el estudio le quita oportunidades de asearse. Tu esposa le ha comprado cientos de nuevas camisetas, algunas de ellas con estampados jubilosos, alegres, juveniles. Tu hijo, sin embargo, se empecina en usar siempre la misma camiseta negra, arrugada, con el estampado en blanco de un cocodrilo del Ganges, con la que ha dormido las últimas nueve noches. Ahora mismo, mientras lo miras durmiendo despatarrado sobre la cama que ya le queda chica, adviertes que sus piernas, esas mismas piernas que, cuando bebé, eran cortas extremidades rollizas, infladas, rosáceas y regordetas son, de pronto, largas piernas huesudas que, en sectores, muestran una granulosidad plena de canutos similar a la de la piel de los pollos congelados. Y en otras zonas unos enormes, largos y negros pelos simiescos que confieren a tu hijo una apariencia silvestre. Su piel, por otra parte, en estos momentos, ya no es más la tersa y suave que tanto te gustaba tocar cuando no tenía más de 9 años. Tu hijo está viviendo una explosión hormonal, sus glándulas sebáceas se han declarado en estado de alerta máxima, y revientan, especialmente sobre la superficie de su rostro, centenares de nuevos granos amarillentos, cerúleos y purulentos. ¿Qué hay, incluso, sobre sus labios amoratados? Detectas una sombra. Pero no es, precisamente, la sombra de su sonrisa, como bien lo poetizaba la canción aquélla. Es un bozo, una pelusa de bigote, una suerte de suciedad grisácea que brinda a su labio superior un ribete desprolijo, como si no se hubiese limpiado la base de la nariz luego de comer cenizas. Pero mucho te equivocarías si tan sólo te detuvieras en eso, en la observación de los cambios físicos, notorios y evidentes. Si sólo te quedaras en precisar que su cabello opaco se enreda en grumos intrincados, sus rodillas tienen la dimensión de dos tazas de café y su aliento huele a comadreja. Ocurre algo más, algo más profundo y complicado aparte del replanteo de diseño y decoración personal de tu hijo. Ocurre algo más y es esto: tu hijo está cambiando como persona, como ser humano. Como las serpientes, está mudando de piel y de personalidad. Hay veces –muchas, debes confesarlo– en que le hablas y no te oye. Parece escucharte, pero no registra en lo más mínimo lo que le has dicho. O masculla, simplemente: "Sí, sí, está bien. Está bien", como se les dice a los locos, sólo para conformarlos. O, cuando le reprochas algo, responde con frases de un cinismo notable tales como "Mala suerte" o "Qué pena", como aseverando que tus desvelos por corregirlo serán vanos, morirán, infructuosos, aplastados por los ya escritos designios del destino. O sólo contesta con un desafiante e insolente "¿Y...?" cuando su madre le recuerda que no ha ido este mes a visitar a sus tíos. Y hay otro llamado de atención, te recuerdo, muy claro y estremecedor, convengamos: en ocasiones te mira como para matarte. Aquellos ojos de ardilla que se abrían encantadores cuando tú le mostrabas el libro con la historia de los dos ositos, ahora se clavan en los tuyos y tú adviertes, lisa y llanamente, que tras sus pupilas titila un brillo asesino, el mismo que alumbrara la locura homicida de Charles Manson. Tú te has atrevido a entrar en su habitación luego de golpear un par de veces, desde luego. Le has recordado que debe ir a limpiar el baño que quedó hecho un lodazal luego de que él, por fin, accediera a darse la ducha semanal, y has interrumpido su videojuego en la computadora. Te dijo, rumiante, que ya iría a secar el baño, pero tú, imprudente, has insistido. Es entonces cuando él te mira tal como lo describíamos. Te mira y te dice, con una voz donde relampaguea una inflexión filosa y acerada, separando notoriamente cada sílaba: "Te-dije-que-ya-iba-a-ir". Y serpentea por sus palabras una apenas velada amenaza de homicidio. ¡Es él, tu hijo, el mismo niño que para las Navidades cantaba junto a ti villancicos con voz dulce y graciosa! Algo se está solidificando dentro del magma espiritual de tu muchacho. Algo, dentro de esa corriente de agua pura y cristalina que era tu pequeño, se está congelando, está creando sus propios ángulos y sus propias aristas. Has palpado algo duro allí dentro, por cierto. ¿Dónde ha quedado aquella personita minúscula, genuinamente inocente, que se creía la historia del ratoncito que deposita dinero a cambio de un diente caído? Tú mismo empezaste a cambiarla cuando le enseñaste a negociar, te informo. Les has vendido espejitos a los indios, mi amigo. Les has mostrado el poder del canje, les has cambiado pieles de zorro por aguardiente. Ahora saben que tú debes darles algo cuando les pidas alguna cosa. Tu propia esposa inició a tu hijo en eso cuando le prometía dejarlo ver el programa de televisión con los Muppets si él era tan bueno de comer la primera cucharada de la repugnante papilla. Tú mismo lo acostumbraste a la extorsión cuando negociaste no llevarlo sobre tus hombros en el paseo por el shopping vecino a cambio de comprarle un chupetín con forma de rinoceronte. Ahora le pides gentilmente que apague la luz de su pieza cuando no la usa y te exige diez dólares, le ruegas que no deje tiradas sus ropas por el suelo y pretende un compact de los Screaming Headless Torsos, le indicas que no apoye los codos sobre la mesa y ruge que necesita una moto japonesa. No te sorprendas, mi amigo. La explicación es muy simple: él está cada vez más parecido a ti mismo, es ya un delincuente como todos nosotros, es uno más de la banda, lo estamos integrando jubilosamente en el clan. Y hay otro detalle: ya no puedes pegarle. Ese coscorrón sonoro sobre el remolino de pelo que tiene en la cabeza, ese manotazo plano sobre sus asentaderas cuando hacía algo malo, ese zamarreo espasmódico tomándolo de un hombro cuando berreaba como un demonio, ya no es atinado. Ahora, te diría que lo pienses muy bien antes de hacerlo. Ayer mismo le levantaste una mano y te miró fijamente, como calculando la resistencia de tus huesos, la oposición que presentaría la piel de tu cuello a la punta doble y metálica de una tijera. Lo miras ahora, mientras duerme, cuando parece recuperar algo de ese toque angelical que poseía en el colegio primario, y ves que su espalda tiene casi el mismo ancho que su almohada, y que los músculos jóvenes de los brazos son protuberancias tensas, como si tuviese sogas que le corrieran bajo la piel. Lo comprobaste, además, no hace mucho, cuando le asestaste un festivo empujón sobre una tetilla, a modo de chanza, y tu mano chocó contra una superficie que tenía la granítica dureza del cemento, una dureza que en tu propio cuerpo de padre sólo podría encontrarse en la hebilla de tu cinturón. Podría matarte con una sola de sus manos, en suma. Perdiste tu oportunidad de pegarle cuando estabas a tiempo. Ahora ya es tarde. Pero no te inquietes, tu hijo está en una etapa de cambios. Su personalidad se retuerce como una culebra caída en el fuego. Varía día tras día, se transforma, muta. Hoy verás a tu hijo silencioso y reconcentrado, como preocupado por un futuro que se le antoja amenazante. Mañana lo verás conversador y tumultuoso, atacado por un hambre feroz que lo llevará a comer cuatro filetes de cerdo acompañados con huevos fritos. Ayer lo habías contemplado esquivo y distante, abocado a leer poemas de Verlaine y de Rimbaud. Su alma es una suerte de masilla blanduzca, que se modifica y amolda a las presiones que recibe. Aparece un día diciendo que quiere ser jugador de basquet, y no se saca durante 24 horas esa ridícula gorra de los Dodgers. Al día siguiente opina que su destino está en la Bolsa de Valores y se empecina en lucir un saco oscuro con corbata al tono sobre los pantalones vaqueros. Mañana por la mañana sostendrá que desea sacar la visa para irse a vivir a Rusia y criar allí conejos de angora. Por la tarde confesará que está enamorado y habrá de casarse al poco tiempo. Su perfil, su forma de ser, fluye, se eleva y se distorsiona como esas voluptuosas volutas aceitosas que giran dentro de los cilindros iluminados que suelen ponerse como adorno en las casas de decoración, llenos de un líquido ámbar y moroso. Pero pronto, mucho antes de lo que tú te imaginas, aparecerá el modelo terminado. La naturaleza habrá completado su diseño. Se habrá confirmado la curva de su mandíbula, encontrará su diámetro la extensión de la cintura y las excrecencias de la piel se harán más y más infrecuentes en las inmediaciones de la nariz y la boca. Hasta la voz ya no le patinará tanto en algunos tonos, adquiriendo un matiz más parejo y previsible. Pero lo más importante: podrá advertirse una estructura firme, un andamiaje que sostenga a una personalidad definitiva y consolidada. Y entonces, mi querido amigo, padre y custodio de un adolescente, cuanto tu hijo haya adquirido ya una personalidad concreta, sólida, palpable, buena o mala pero propia, definida, conocerá a una mujer. Conocerá a una mujer y esa mujer intentará cambiarlo.
Tomado de Te digo más... y otros cuentos, de Roberto Fontanarrosa. Publicado por Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2001

jueves, 12 de enero de 2012

Carta de un hijo a todos los padres del mundo



·       No me des todo lo que pido (a veces solo pido para ver hasta cuánto puedo pedir.)

·       No me grites (te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también. Y yo no quiero hacerlo).

·       No me des siempre órdenes (si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto).

·       Cumple las promesas buenas y malas (si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un castigo).

·       No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana (si tú me haces sentirme mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces sentirme peor que los demás, seré yo quien sufra)

·       No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer (decide y mantén esa decisión).

·       Déjame valerme por mi mismo (si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender).

·       No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí, aunque sea para sacarte de un apuro (me hace sentirme mal y perder la fe en lo que me dices).

·       Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga el por qué lo hice (a veces, ni yo mismo lo sé).

·       Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la buena opinión que yo tengo de ti (así me ayudarás a admitir mis equivocaciones).

·       Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos (porque seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también).

·       No me digas que haga una cosa si tu no lo haces (yo aprenderé siempre lo que tu hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas).

·       Cuando te cuente un problema mío, no me digas "no tengo tiempo para bobadas" o "eso no tiene importancia" (trata de comprenderme y ayudarme)

·       Quiéreme  y dímelo (a mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no  lo creas necesario  o aunque yo no te lo diga a ti).


viernes, 29 de abril de 2011

9 LUNAS



9 Lunas, es un ciclo dedicado a la mujer, en estado de gestación, orientado particularmente a las madres noveles o en su estadio Primerizo.
Es un espacio de Prevención, asesoramiento y de consulta sobre todo lo referente al Embarazo, parto y puerperio.
Hay una sección especial para Embarazo Adolescente, en los que se tratarán multiplicidad de temas.
Es muy importante que dejes indicado tu inquietud, consulta o preocupación.
 Dale, escribime a : sandra_conforti@hotmail.com

domingo, 30 de enero de 2011

Espacio de Reflexión para Mamás y Papás de Adolescentes



En cierto momento en la crianza de un hijo, sentís que algo ha cambiado radicalmente: los intentos resultan insuficientes y no logras entenderte con esa personita, que hasta hace unos días era tu adorado “Principito” o encantadora “princesa”; observas que adquiere modismos y utiliza vocablos distintos. Su modo de vestir cambia considerablemente; hasta sus actitudes resultan extrañas. A menudo  el hijo evita la higiene diaria y tiende al aislamiento; posee desordenes alimentarios, tiene momentos de gula incontrolable y otros días de inapetencia total. Su estado de ánimo es cambiantes, pasa de la euforia a la apatía en breve tiempo. A veces parece desafiante y contestatario a todo lo que representa la autoridad. Tiene tendencia  a mimetizarse con su grupo de pares y es muy posible que se identifique con algún Grupo o Banda de Rock, líder político, ideología o creencia religiosa y desee copiar todos sus pasos. En breve periodo, cambia sustancialmente sus afinidades y se identifica con alguien o algo totalmente opuesto.

La convivencia con él, resulta tediosa y llegas a suponer que tu hijo se tornó el perfecto desconocido…


Ahora te preguntarás cómo, donde, cuándo y por qué…, es un buen síntoma puesto que nada es peor que la ignorancia. Te ayudará conocer más del tema, para enfrentarlo con herramientas apropiadas, actitudes positivas y acciones productivas.
¡Calma! es hora de que sepas lo que está ocurriendo: tu hijo está cursando la etapa de la Adolescencia y a vos te compete la ardua tarea de acompañarlo.


 Sugiero algunos Tips:

1.        Acompañar y contener a vuestro hijo.  Debes ocuparte sin asfixia, ni desconfianza; mostrarle su interés por él en todo momento y ante todo respetarlo.
2.         Ser criterioso, usar siempre el sentido común; aprender a escucharlo, estar atento a sus actividades y a su grupo de pares donde habitualmente suele frecuentar.
3.        Utilizar límites acordes a su edad; los mismos son fundamentales en esta etapa, puesto que lo organiza y contiene.
4.        Ser coherente y firme en tus convicciones porque la difusión es a través de la palabra y del buen ejemplo.
5.        Facilitar y promover el dialogo; ello contribuirá a reforzar los lazos entre los miembros, a generar un clima de unión, respeto y seguridad.
6.        Compartir inquietudes, vivencias, dudas y temores con otros padres que atraviesan la misma etapa, los aliviará y ayudará considerablemente.
7.        Pedir ayuda a un especialista y reconocer humildemente que el tema de la crianza los excede y los abruma.



Si tienes hijos entre 13 y 19 años y te gustaría compartir tus inquietudes, dudas y temores con otros padres y madres que poseen las mismas vivencias, te espero  en el taller . 
Te ofrecemos un espacio de asesoramiento, contención y reflexión. 


Contacto e Incripción: (011 )- 15 31 57 77 82 - psicospsi@gmail.com



miércoles, 19 de enero de 2011

Taller de Orientaciòn Vocacional para jòvenes de 14 a 20 años.

 
La conformación de la identidad definitiva de los adolescentes es en la interacción con otros y con el ambiente que los rodea.
Inmersos en la situación actual, con sus complejidades y exigencias, en un mundo globalizado, hoy los jóvenes están bombardeados por estímulos y modelos a imitar o adquirir. Los mismos son de una variada gama de posibilidades, algunas productivas (deportivas, científicas, culturales) y otras no tanto.
Es natural que en esta etapa se sientan solos, confundidos, muchas veces desconcertados por las dificultades que se les presentan en el camino y desorientados por el futuro porvenir.

En el Taller de Orientación Vocacional se brinda un ámbito para que los adolescentes puedan:

  •          Reconocer sus aptitudes, capacidades, intereses y motivaciones.
  •          Descubrir su perfil laboral/profesional.
  •      Indagar acerca de: Carreras, Planes de estudio, Cantidad de años de cursada, Universidades, 
  •         Formular e idear  un proyecto vocacional/laboral.
  •        Aprender a armar un CV (curriculum Vitae).

La adolescencia es una etapa fascinante y maravillosa,  si se poseen las herramientas
apropiadas y las capacidades y aptitudes identificadas para que se  pueda construir   un adecuado proyecto de vida.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

jueves, 18 de noviembre de 2010

La Adolescencia en la Sociedad Actual. Parte 2 Responsabilidad y Misión de los Padres.

Los padres deben enfrentar el desafío de reconocer y desplegar sus propias capacidades, valores y creencias para educar y acompañar a sus hijos en el transito por esta etapa.
Es probable que se sientan solos, agobiados por sus temores y dudas; muchas veces desconcertados por las dificultades que se les presentan en el camino; por las malas noticias que se reciben  en los informativos de TV y en los Diarios y Revistas.
Como alternativa, en su afán por cuidarlos, llegan a creer que no dejarlos salir para que no se expongan en demasía, es la solución más acertada. Nada más erróneo, puesto que esto dará efectos contrarios en las actitudes de sus hijos.


Considero que, los hijos deben vivir sus experiencias, probar su fortaleza interna, aprender de los errores, saber cuidarse y no dejarse tentar por lo que no les parece bueno para ellos. Obviamente que antes debemos otorgarles herramientas apropiadas y modelar sus espíritu para no largarlos al mundo sin defensas.

Para ello es indispensable en esta etapa apoyarse en 3 pilares fundamentales:

1. Transmisión de Valores.
Los padres deben ser coherentes y firmes en sus convicciones porque la difusión es a través de la palabra y del buen ejemplo. Los valores morales como la tolerancia, el respeto, la honestidad, la responsabilidad, la lealtad, el trabajo, es enseñado en el seno de la familia a través de una sana relación entre los miembros que la compone y posibilitado por la comunicación fluida entre ellos.
La incorporación de estos valores en el joven los ayudará a insertarse eficaz y productivamente en la sociedad actual. Así podrá descubrir otros valores como la solidaridad, la libertad personal y de los otros, elegirá la paz en vez de la guerra, el respeto al hombre, la cooperación y comprensión, entre otros.
De este modo, le brindaremos herramientas útiles para su vida y es muy poco probable que elija el camino de la autodestrucción y se identifique con patrones que no lo lleven a ningún lado.

2. Comunicación clara en la puesta de límites.
Los padres deben ser responsables y confiar en sus propias capacidades (en sus virtudes y fortalezas) para discernir y evaluar las situaciones, usando un criterio apto, para poder decir Si o No, según corresponda.
A los hijos hay que enseñarles que no da lo mismo hacer las cosas bien, que hacer las cosas mal, que la elección por una u otra conlleva consecuencias a asumir. También ellos deben comprender que no todo tienen permitido, que hay cosas que aùn no pueden hacer.
Por supuesto que optar por ser permisivo es el camino más fácil para los progenitores, los librará de profundos dolores de cabeza, les ahorrará tiempo y esfuerzo, aunque no se les garantizará buenos resultados en la crianza.

3. Promover  la comunicación.
Será el deber de los padres facilitar y promover el dialogo con sus hijos, ello contribuirá a reforzar los lazos entre los miembros, a generar un clima de unión, respeto y seguridad.

Es muy importante que los Padres puedan:

• Infundir entusiasmo ante las distintas situaciones que les toque vivir. En cualquiera de sus formas y a través de distintos mensajes deben inculcar que la vida vale la pena ser vivida.

• Fomentar la confianza en si mismo; un joven seguro decide correctamente y no se deja influenciar fácilmente.

• Propiciar un espíritu emprendedor y de lucha, inducirlos a realizar actividades y a no dejarse vencer por cualquier impedimento que se les presente en el camino.

• Alentarlos en la búsqueda constante hacia el cumplimiento de los sueños y proyectos ideados. Un joven con sueños y proyectos, es un ser sano y vital.

Obviamente que esto conlleva una dosis máxima de persistencia, tolerancia, paciencia, atención y dedicación por parte de los padres, quienes deben ser pioneros, propulsores, facilitadores y guías.
Un hijo contenido, que se sienta, escuchado, valorado y respetado y amado, seguramente va a transitar el paso a la adultez de un modo ejemplar.

Sugerencias:

 Los padres deben compartir sus miedos, dudas y experiencias con otros padres.

 Acudir a un especialista en Adolescencia, en el caso de sentir que la situación lo supere.

 Asistir a talleres o grupos de reflexión donde se trabajen distintas problemáticas actuales.

 Intentar conectarse con su historia personal, tratar de recordar las vivencias y pensamientos y actitudes de esa etapa para poder comprender un poco al adolescente y sus vicisitudes
.
PERSISTIR, INSISTIR, RESISTIR Y NUNCA DESISTIR

lunes, 8 de noviembre de 2010

La Adolescencia en medio de la Sociedad Actual. Parte 1

La adolescencia es una etapa fascinante, maravillosa aunque compleja en varios aspectos.
El incipiente joven tiene varios frentes a los que atender:
1. Cambios internos: Físicos y biológicos en su cuerpo, el resurgimiento de la libido, entre otros. Lo notarás porque a ella le nacerá el vello en el pubis y en las axilas, le crecerán los senos, y prontamente se hará mujer (menarca) al tener la capacidad de procrear. A él le crecerá el vello en el rostro y en el cuerpo, le cambiará el tono de su voz, sus genitales sufrirán modificaciones al igual que su cuerpo en tamaño y altura.
En cuanto a su libido a flor de piel, es momento del redescubrimiento de su propio cuerpo, es habitual la conquista desenfrenada hacia el otro sexo o por el contrario inhibición y timidez frente al otro, son dos caras de la misma etapa. Surgen los primeros amores, las primeras experiencias sexuales.
Los medios de comunicación como la tele, las revistas y las páginas de Internet serán su canal de consulta en donde estará depositado el Ideal a imitar o alcanzar.

2. Cambios comportamentales: Como consecuencia de los cambios internos, observarás en ellos: inestabilidad emocional; vulnerabilidad psíquica; ensimismamiento, inseguridad, desalineo en cuanto la higiene personal y con sus pertenencias, torpezas físicas, aumento o pérdida notable en su apetito; Alegría y euforia vs. Apatía y futilidad hacia las actividades cotidianas.

3. El afianzamiento de una identidad propia y el establecimiento de nuevas relaciones en su entorno: Se efectúan en medio de una realidad que les resulta difícil de asimilar.

La constitución definitiva de la identidad es en la interacción con otros, inmersa en la sociedad actual, con sus complejidades, con sus peligros, sus contradicciones, sus posibilidades, sus vicios, sus tentaciones, sus atractivos.
Hoy los jóvenes están bombardeados por estímulos y modelos a imitar o adquirir. Los mismos son de una variada gama de posibilidades productivas y no tanto: deportivas, científicas, culturales, provenientes de los medios de comunicación y de su entorno inmediato.

El modo de contacto es a través de pantallas de todo tipo y color: basta mirar alrededor y verás jóvenes siempre conectados, por medio de mensajes de texto, de teléfonos celulares, comunicándose por medio de las redes sociales en boga, exponiéndose a través de fotos, utilizando identidades ajenas o inventadas, visitando páginas de su interés por Internet y embobados en programas de TV y sumergidos en diversos realities.
Por su parte, en el armado definitivo de su identidad, el joven buscará modelos nuevos a los cuales identificarse. Puede que necesiten primero diferenciarse de sus padres, confrontando con los valores, rechazando los límites y rebelándose con todo adulto que detente la autoridad.
Es el tiempo de abrir el abanico de amistades, de armar nuevos grupos de pertenencia; de ir en la búsqueda de nuevas tendencias, en las que se imponen modas, se comparten códigos comunes y con lenguajes propios.
Pertenecer a un grupo para ellos es fundamental, los sostiene en la identificación, los contiene y les da una sensación de seguridad, de sostén en medio de su confusa sensación interna.
A nivel del entorno inmediato, por ejemplo, para salir a bailar, los hábitos sean vestir de un determinado modo, realizar antes una previa, donde se reúnen en una casa, en la puerta de un kiosco, en la esquina de un barrio y comienzan a tomar alcohol y en el peor de los casos de mala calidad…En la disco, se impone, la jarra loca, mezcla de restos de botellas y tragos, un rejunte de residuos alcohólicos y en ciertos casos, se agregar pastillitas estimulantes. Por otro lado, las pastillas (anfetaminas) son de fácil acceso para todos, al igual que la marihuana el paco y la cocaína; no olvidemos que los dillers (proveedores) están a la pesca, (en la puerta de los colegios, de los boliches de moda) de consumidores cautivos, ingenuos y ávidos seres que intentan probar nuevas sensaciones.
En algunos casos, para pertenecer y sentirse aceptado por determinado grupo o amistad sea una condición necesaria probar o consumir algún tipo de sustancia, aunque más no sea para no sentirse marginado o descalificado.


El joven desea destacarse, sobresalir, distinguirse y sobre todas las cosas llamar la atención de los demás. Puede que a través de probar estas sustancias se sienta libre, extraño, distinto, con una identidad aparente, que le permita atravesar barreras sociales y personales, que claramente, sin la ayuda de estas sustancias no lo lograría.
Me pregunto:
• ¿Este es el modo que estos chicos encuentran para mediatizar el contacto con el otro?
• ¿Cuales serán los vericuetos del Ideal para ellos?
• ¿Cómo adultos, que herramientas podemos brindarles en el transito por esta etapa?
• ¿Qué responsabilidad le compete a los padres en estas elecciones?

viernes, 1 de octubre de 2010

Los beneficios de la Psicoprofilaxis Quirúrgica. Parte II



Entendiendo a la Psicoprofilaxis Quirúrgica (PQ)  como un dispositivo, impartido como psicoterapia focalizada,  en forma grupal o individual, empleado en el ámbito público o privado desde una visión interdisciplinaria, cuyo objetivo primordial es:

     1.  Minimizar los riesgos psíquicos que pueda generar la intervención      quirúrgica.
     2.  Posibilitar la disminución a un monto mucho más aceptable de ansiedad concomitante.
3.   Promover el desarrollo de recursos de afrontamiento eficaces.
4.   Favorecer una mejor adaptación y una rápida recuperación.
5.   Colaborar  para una mejor rehabilitación a futuro en el entorno social circundante.

A través de la PQ. Se puede intervenir en facilitar y reforzar la relación médico-paciente sondeando e interpretando la información disponible en esta relación, prestando oído  a las necesidades tanto del sujeto que padece, como las del médico y de la institución.

Se trabaja desde la prevención primaria y secundaria, entendida como  promoción y prevención de la salud, reduciendo los riesgos, fomentando recursos sanos y tomando acciones para evitar secuelas psíquicas remanentes de la enfermedad quirúrgica.

La técnica a emplearse, depende de varios factores, a saber, el grado de urgencia de la intervención, el tipo de intervención, la edad del paciente, su realidad socio-económica y la red familiar que lo acompañe.

Se realizan una serie de entrevistas previas a la cirugía, si el tiempo lo permite, luego otras tantas (4 o 6 entrevistas) en el post quirúrgico. A veces se considera oportuno estar  presente durante la cirugía acompañando al paciente. Se prioriza el caso por caso.

Las entrevistas permiten sondear si el enfermo pasó previamente por dicha experiencia, su historia vital, la red vincular, los rasgos de personalidad, las expectativas, fantasías, miedos, su relación con el equipo médico, con el personal y con la institución.

Es facilitador ahondar en el grado de información que el paciente posee respecto de su enfermedad y de los procedimientos médicos a realizarse. Se promueve a que el individuo pregunte al especialista aspectos de la información impartida que no entendió o registró recortadamente; se indaga la capacidad de recursos que posee; los mecanismos de defensa utilizados y la ansiedad manifiesta.

En las mismas además se evalúan indicadores de vulnerabilidad presentada: desesperanza, confusión, frustración, depresión, impotencia, aislamiento, apatía, irritabilidad, evitación, etc. Estos indicadores son material necesario para el terapeuta a la hora de vislumbrar los recursos de afrontamiento que poseen.

Distintas investigaciones han demostrado los beneficios de la PQ utilizados en los pacientes que lo recibieron en el ámbito hospitalario  que simbolizan un menor costo para la institución:
                        
  • Reducción de los tiempos de internaciòn   
  • Menor ingesta de medicamentos (calmantes, anestésicos, etc)
  • Minimización de complicaciones post operatorias.
  • Menor riesgo intra y post quirúrgico.
  • Administraciòn de recursos humanos (enfermeros y personal hospitalario)
  • Disminución de síntomas psicológicos colaterales (insomnio, fobias, irritabilidad, depresión)
  • Niveles aceptables de dolor con menor uso de psicofármacos.
  • Mejora en la recuperación quirúrgica.
  • Aumento de la calidad de vida del paciente.

Concluyendo, los aportes de la psicoprofilaxis quirúrgica en este proceso de salud-enfermedad son enriquecedores y multifacéticos puesto que es un dispositivo preventivo, multidisciplinario, con enfoque biopsicosocial para lograr una adecuada  elaboración de la situación critica en el sujeto que padece; con objetivos claros y focalizado en lograr una mejor recuperación del paciente con menor compromiso psíquico y mayor reinserción social; orientado además en favorecer una mejor adecuación del equipo médico en la asistencia al sujeto que padece y su aporte redunda en un menor coste para la institución. 


viernes, 17 de septiembre de 2010

La Importancia de la Psicoprofilaxis Quirùrgica. Parte 1


El momento crucial en la vida de una persona, muchas veces se produce cuando se recibe por parte del médico la confirmación de una enfermedad, de resolución quirúrgica. Lo mismo se comprueba cuando surge la necesidad de recibir un trasplante de órganos, o bien, en los casos donde se diagnostica una enfermedad crónica y/o terminal.
 La vivencia es un impacto singular, una conmoción total, vivida como una amenaza a su integridad e indemnidad física y psíquica, que pone en jaque a todas sus significaciones básicas.
Se movilizan en el paciente emociones, al modo de defensas, que pueden ser arcaicas o productivas, tales como ansiedad, miedos, depresión, estrés, regresión, negación, ira, enojo, repliegue narcisístico, etc. Estas emociones no se circunscriben a una determinada edad, grupo étnico, o de algún sector demográfico, sino que son propias de toda persona que padece.
La significación que el sujeto  le atribuye a su enfermedad,  según  sea entendida como castigo, mutilación, perdida o culpa, dependerá de un conjunto de cuestiones singulares a saber: las vicisitudes de su historia, de su herencia, su edad, su situación económica y del contexto social circundante.
La tramitación de esta noticia, así como los caminos que recorre el sujeto, en su travesía para su posible sanación, corresponde a una multiplicidad de factores biopsicosociales.
La intervención terapéutica de la Psicoprofilaxis Quirúrgica en esta instancia, es de vital importancia, puesto que la función del psicólogo será  facilitar herramientas y recursos para que el paciente pueda reflexionar sobre la enfermedad, posibilitar la historización, reconocer su capital psíquico y asumir su particular estilo de afrontamiento ante tales circunstancias. Esto contribuye  en el sujeto a  una mejor predisposición para su posible sanación, mitigando sus ansiedades y temores, para que pueda colaborar eficazmente con las prescripciones médicas impartidas, generando recursos útiles a la hora de enfrentar el tratamiento de la enfermedad de un modo mas realista.
Palabra Clave: Salud-Enfermedad - Intervención quirúrgica – Emociones – singularidad- Psicoprofilaxis Quirúrgica.

jueves, 26 de agosto de 2010

El rol del Papá durante la gestación, el parto y el puerperio.

Culturalmente el lugar preponderante en el embarazo y en el parto lo tiene la mamá, quien lleva en su vientre al hijo que la pareja proyectó y ansió gestar. Muchas veces el padre es relegado a un segundo plano, teniendo éste la función de proveedor, de contenedor, de protector.
Desde muy niño al hombre, en general, no se les da la oportunidad de prepararse para su futuro rol del papá, tal como las niñas, quienes desde muy temprana edad juegan a ser “mamás” con sus muñecas y amigas; ni se los incluye, ni participa en lo atinente al embarazo, parto y puerperio.

Al papá en este proceso también le pasan cosas; se movilizan en él una serie de reacciones emocionales y psíquicas. A diferencia de su compañera embarazada, no encuentra espacios apropiados para despejar dudas y temores.

Desde el imaginario colectivo se supone que estos temas son propios de las mujeres; entre hombres, “de eso no se habla”.


En lo inherente al rol del padre, es dable indicar que es primordial los aportes de su función simbólica en el desarrollo posterior del bebé, puesto que no solo contribuye a la formación de su identidad, lo guía en el atravesamiento de las distintas etapas vitales de éste, sino que además, a través de su presencia, evita un vinculo simbiótico madre-hijo nocivo para ambos, y sobre todas las cosas hace cumplir la ley, a la vez que la detenta…

Si bien hay algunas excepciones, dada la particular historia vital de cada persona, es necesario reforzar que, es constitutivo en la personalidad del sujeto, la identificación al modelo paterno, para la posterior asunción de roles y la posibilidad de adquirir un estilo singular de Ser en el mundo.

Con esto, intento destacar que es fundamental tanto la presencia de la figura materna como paterna en el desarrollo biopsicosocial y afectivo del bebé.

Tomo prestado de Carlos Beccar Varela algunos consejos cuando habla de Paternidad Apegada (PA) como una herramienta de conexión entre los padres y el bebé que les permite comunicarse y relacionarse más integralmente:




  •  Que el papá pueda coordinar sus vacaciones con el nacimiento para brindar más tiempo a su hijo y así compartir y participar en las tareas de atención primaria junto a la mamà.
  • Que el papá pueda intentar vincularse desde las primeras horas de nacida la criatura; comunicarse con gestos y palabras de afecto, mimos y acciones.
  • Que el papá pueda mantenerse en contacto con el hijo, todas las veces que pueda: Indica como saludable mantener en brazos al bebé lo más próximo a su cuerpo, sentir su respiración; participar junto a la mamà en sus primos baños, ya que ello le transmitiría sensaciones de contención y seguridad.
  • Que el papá se permita conocer a su hijo, interesarse en sus gustos, en sus necesidades, escucharlo, sentirlo, acompañarlo a lo largo de todo su desarrollo.


Durante los encuentros de Psicoprofilaxis Obstétrica, en el curso de preparación para el parto, se otorga un espacio en el que los papás puedan enunciar abiertamente sus temores, fantasías, dudas, ansiedades, expectativas; anticipar las implicancias de su nuevo rol; fomentar la participación activa en este proceso, adquirir un rol protagónico imprescindible para el vinculo con su hijo.

De todos modos el rol se construye en el vínculo, se configura en el tiempo y se acomoda a las distintas vicisitudes de la relación.
Lic. Sandra Conforti.-